Otra Semana Santa más, pasada por agua en el sur de España, cuna de las procesiones que atraen gran cantidad de turistas ateos o cristianos no practicantes pero amantes de la parafernalia con olor a incienso y estética medieval.
Ops, vaya, otra vez el A G U A (31, lupa 37.51). ¿Será que hay algo para ver (31)? ¿Será que desde un plano más inconsciente la neurología capta la esencia del ser (37) pero al no es capaz de comprenderla monta esta escena teatral, eco de de santos y santurrones de una época que ya nada tiene que ver con la realidad y sus exigencias?
Los penitentes lloran llenos de frustración. Tras prepararse durante meses, en los días clave, el tiempo no acompaña, en una clara muestra de que la realidad tiene sus propias razones más allá de las razones artificiales y ficticias de los hombres, y eso incluye a la sobrevalorada tradición, que muchas veces no es más que una costumbre mantenida por mucho tiempo y que nadie se atrevió a cuestionar.
Pero tranquilos, porque la realidad siempre nos dará la oportunidad de trascender nuestra propias fantasías, mal que nos pese. Y es así que lo hace con el agua, elemento de vida, que fluye y no permite que lo rancio se establezca, que lava y blanquea lo oscuro, como la culpa y el castigo, el martirio y el sufrimiento como valor nefasto y perverso de la semana santa.
Será que en estos tiempos ,los errores del pasado que no fueron usados para actualizarse hacia mejores versiones de personas y sociedades, el tiempo (clima), no acompañará, pero el tiempo (tiempo) no lo financiará, porque ya no hay propósito en perpetuar diseños corruptos en su base.
El agua viene a lavarnos la cara, nada de pañoletas, ni capirotes de nazarenos con la cara oculta. Esta tradición del sacrificio, la culpa y el martirio ya no tiene más crédito.
En esta España dividida entre la tradición y la innovación, toca mirar al frente, justo delante, en nuestro presente, y hacerse cargo de la realidad, porque ésta siempre nos habla con claridad, pero en un lenguaje que trasciende a la mente configurada para responder dócilmente al programa.
La realidad está aquí para actualizar el programa que quedó obsoleto, nadie puede luchar contra lo que es, sólo podemos comprobar que nivel de desfase tenemos respecto de la realidad, comprobando la intensidad de nuestras propias resistencias, y tal vez, entonces y sólo entonces, el tiempo (clima) se convierta en nuestro mejor aliado.
Ángeles Saloa
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